domingo, 26 de abril de 2009

La heterogeneidad como modelo de organización del aula



Ramón Flecha habla sobre el aprendizaje dialógico en el congreso Ikaskom de Bilbao

Sólo desde la heterogeneidad debemos abordar el proceso educativo. La sociedad en la que vivimos es plural. Y los centros no hacen sino multiplicar la realidad de la calle en sus aulas. Por eso se hace necesario organizar los espacios y los grupos desde esa perspectiva de lo plural. Cuando hablamos de igualdad hablamos del derecho de cada persona para escoger ser diferente y ser educada en la propia diferencia. Nuestro objetivo como docentes debe ser respetar las minorías, bien por razón de su nivel de aprendizaje o por su pocedencia étnica, buscar soluciones consensuadas por toda la comunidad educativa frente a los problemas y lograr que dichas minorías alcancen los mismos niveles académicos que el resto.

Son muchos los centros de secundaria que practican sin embargo la homogeneidad en sus aulas. Desde una política exclusiva, se organizan los grupos partiendo de los niveles de aprendizaje de sus alumnos y alumnas. Se llega así a un etiquetado del alumnado y a una separación de los considerados capaces de los menos aptos. Esta separación produce desde el principio una situación de desigualdad educativa que reproduce las desigualdades sociales existentes entre grupos y culturas.

Cuando se agrupan a nuestros alumnos y alumnas por niveles o ritmos en lo que se conoce como “agrupamientos flexibles”, se producen efectos perniciosos. Las bajas expectativas que proyectamos en nuestro alumnado considerado como de bajo nivel de aprendizaje, acompañado de la descalificación por parte del resto de sus compañeros y compañeras, son en muchas ocasiones interiorizados llevando al fracaso escolar. Los centros educativos, y en este sentido los equipos directivos que así lo propician, abren aún más la brecha entre los grupos más rápidos y los más lentos, entre los cuales se agrandan las diferencias académicas y las referidas a la convivencia.

Si nos basamos en lo que dice la comunidad científica internacional, como dice Ramón Flecha, constatamos que las prácticas educativas que conducen al éxito escolar van en la línea de la inclusión como motor y eje organizador de los centros.


El proyecto Includ – ed, como proyecto integrado de la prioridad 7 del VI Programa Marco de la Comisión Europea, analiza las estrategias educativas que contribuyen a superar las desigualdades y que fomentan la cohesión social y las estrategias educativas que generan exclusión social, centrándose especialmente en los grupos vulnerables y marginalizados. Todos estos estudios conducen a una serie de conclusiones comunes que contradicen la segregación, los agrupamientos flexibles, los grupos homogéneos y la “clasificación” del alumnado. Este estudio se está llevando a cabo en más de diez países de la comunidad europea a lo largo de cinco años de intenso análisis, tanto de los centros de primaria y secundaria de las zonas urbanas como rurales, deprimidas o favorecidas. Todavía en España seguimos defendiendo modelos de organización que más allá de los pirineos no fomenta ningún país ni institución académica. Y que han quedado desfasados hace ya años.


Durante el mes de junio en nuestro centro nos reunimos los tutores/as de cada grupo con sus respectivos equipos educativos. En tales reuniones se organizan los grupos del curso escolar siguiente, teniendo en cuenta aspectos académicos, de convivencia, de relaciones personales y todos aquellos que puedan mejorar el clima de trabajo en cada uno de los futuros grupos. Se decide entonces crear lo que denominamos como grupos heterogéneos planificados. Los alumnos y alumnas promocionados son divididos en grupos simétricos, de modo que los alumnos sin problemas académicos son repartidos equitativamente entre los grupos del segundo curso. Igual criterio se adopta para el alumnado disruptivo, repetidor, con necesidades educativas especiales o que su unión pueda acarrear problemas de convivencia. Se intenta que cada grupo posea parecido número de alumnos académicamente buenos, de alumnado conflictivo, repetidor, etc. Todos los grupos de nuestro centro son igual de buenos e igual de malos que el resto. Y lo que es mejor, con esta política evitamos las tentaciones de un profesorado que ante grupos desiguales “lucha” por dar clase en aquellos con el alumnado más brillante. Es una política vergonzosa que solo busca la satisfacción de una parte del profesorado.


Nadie duda de la necesidad de fomentar el aprendizaje de un segundo idioma entre nuestros alumnos y alumnas. No obstante el modelo de organización que se propone desde los centros bilingües es francamente contradictorio con la filosofía que se desprende de todos los estudos acerca de qué prácticas educativas conducen al éxito. Los centros bilingües abogan por una exclusión del alumnado.Dependiendo del número de unidades que el centro posea, este tipo de institutos apuestan por grupos con alumnos seleccionados. Los más brillantes pasan a ocupar el grupo bilingüe, segregándolos del resto a donde van a parar aquellos otros con ritmos de aprendizaje más lento. Flaco favor hacemos los docentes al crear esta dualización académica que termina generando grupos “gueto” por abajo y por arriba. No se justifica esta organización solo en base a que una minoría de nuestros alumnos alcancen el nivel académico máximo. Y a veces parece que los eslóganes políticos prevalecen sobre lo que verdaderamente necesitan nuestros alumnos.


Desconozco si existe algún centro bilingüe “para todos y todas”. Pero en esa línea estamos los docentes que trabajamos en el IES Gregorio Salvador. Y no parece aconsejable renunciar a la inclusión a cambio de añadir un centro más a la lista de los institutos andaluces bilingües. Por encima están nuestros alumnos y alumnas.

2 comentarios:

Anabel dijo...

Esta organización del aula que, desde mi punto de vista, es la lógica y adecuada, ¿por qué es tan difícil de asumir por algunos docentes?... Cuando uno cree en algo, que claro está todo.
Anabel

José Luis dijo...

Miedos, inseguridades, viejos fantasmas... Todos los compañeros y compañeras de nuestro claustro, reticentes al principio a la hora de acometer estas estrategias, han terminado utilizándolas. Una vez que se prueba, se comprenden las infinitas bondades que nos proporciona. En cualquier caso, todos podemos poner en práctica un grupo interactivo.